
Cuando vives con un pásivo-agresivo no te das ni cuenta de la violencia.
Te cocinas en su salsita agridulce y a fuego lento. Danzas entre sus cumplidos melosos, sus niñerías exquisitas y su absoluta bondad, te sientes preciosa, el centro del mundo.
Nunca entiendes porque no se altera, no hay golpes en la mesa, platos lanzados o gritos, a pesar de tus malcriadeces. Sabes que debes amar a alguien que te ama tanto. Sus amenazas de suicidio te parecen tonterías sin sentido, cuando fuma crack juras que es marihuana a pesar del vaho nauseabundo que te llega. Siempre le entregas todo tu dinero porque él sabe como se administra y tú no. En fin, te disocias en tu infierno de algodón.
Hasta que enfermas, tienes la hemoglobina en ocho y te das cuenta de que te ha estado chupando la sangre, lento, despacio, con fría paciencia, apegado a tu cuello como un dulce vampirito inofensivo.
6 comentarios:
hay que ser libre para no ser así
Hay que cuidarse de esos vampiros, cuanto mas lejos mejor.
Besos.
los hay pasivos-agresivos que no se drogan...y tb te dejan convertida en una piltrafa...
besitos.
conozco de eso. Fatal para la autoestima. Uno se pregunta cómo hizo para no darse cuenta. En fin... una mierda masoquista que nunca sabremos por qué la comimos.
Hermanita Cometa:
suponemos que ya lo habrás matado y echado al caldero, o nos equivocamos?
Uy...yo tuve uno así...qué horror..
Todavía tengo ganas de caerle a cachetadas...
Publicar un comentario