martes, 14 de julio de 2009

Todo depende de la edad desde la cual se mire


Aquí pensando...

Cuando nuestros padres tenían 40, eran unos viejos carcamales. Y díganme si les daba por organizar fiestas bailables (peor aún si era de disfraces de los años 50 o se les ocurría organizar una piñata con objetitos maduros).

Ahora, cuando muere algún conocido de 60, decimos - ¡qué lástima, si era jovencito!

Mi padre tiene pasados los 70 y yo le digo que le echen bolas, que aún le queda mucho por delante. (Mi madre murió hace dos años porque, aunque era más jóven, ella siempre se sintió de 95).
Deben ser las ganas mías de que no muera. Mis ganas de seguir siendo la hija de alguien y no solamente la madre -vieja- de tres adolescentes con ataques frecuentes de pena ajena.
Me gustaría tener una filmadora para grabar sus caras cuando de pronto me da por ponerme a bailar en la sala de casa al son de algúna música tecno. Y peor aún, la cara de arrechera que ponen cuando me da por cantar a todo gañote cuando vamos en el carro o gritarle a algún conocido que va caminando por la acera.

¿Estaré desubicada?
¿Por qué cuando mis padres rondaban los 40 yo ni quería imaginar si quiera que ellos aún tenían sexo detrás de la puerta cerrada con llave de su cuarto y ahora pretendo que mis hijos se rían de los cuentos sobre las aventuras sexuales de mis amigas? (Porque vamos, tampoco es que voy a hablarles de las mías, eso ya sería ponerlos en escena primaria)

¿Por qué cuando éramos jóvencitos, veíamos a la gente de nuestra edad como unos vejestorios y ahora, que hemos llegado a esa misma edad, nos sentimos más jóvenes que nunca? -salvando las conversaciones sobre la menopausia, las cirugías plásticas, los dolores de ciática y la impotencia de los maridos, que tenemos casi a diario con las amigas.

La vida es extraña. Los hijos se convierten en nuestros jueces más severos justo en el momento en que sentimos que podemos hacer lo que nos viene en gana sin detenernos por lo que otros puedan pensar.

Creo que ha llegado la hora de echarlos de casa.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

pues sí, si estorban y uno no vive a gusto, fuera de casa, sí, pues

cr dijo...

Una vez vi a mi madre observándose y tocándose los brazos con absoluto desespero, le pregunté que pasaba y me dijo: pues nada, es que estos brazos no son míos, yo no soy esta vieja.

Saludos y felicitaciones por el blog.

Zayi Hernández dijo...

A LOS MÍOS TODAVÍA LES PARECE QUE SOY ESTUPENDA...PERO YA LLEGARA ESE MOMENTO, TRATARÉ DE TOMARLO CON SODA PARA QUE SEA MENOS AMARGO...
BESITOS.